Descripción
La oración que toca los cielos, llega a la presencia de Dios y con ella alcanzas respuestas. Es en donde derramas tu corazón y el alma delante de tu Padre Celestial a través de una comunicación sincera, sensible y afectuosa, por medio de Cristo, con la ayuda del Espíritu Santo.
Dice la Biblia en 1 Timoteo 2:1-2 “Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres; por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad”.
Es importante entender que somos seres espirituales que vivimos en un cuerpo terrenal. Cualquier persona, familia o nación que se vuelva a Dios en oración, él también se volverá y restaurará su pacto con ellos, y él les será Dios y ellos le serán un pueblo de gente santa. Ahora, para desarrollar la obra de Dios necesitamos hacer uso de las armas espirituales que él ha puesto a nuestra disposición.
Debemos ser violentos en el espíritu y levantarnos en la autoridad de Dios conforme está escrito en 2 Corintios 10:4-5: porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo.
Necesitamos aprender a orar en el espíritu, porque él sabe exactamente como Dios quiere escuchar nuestra oración y él escudriña aun lo profundo de Dios y gime por nosotros con gemidos indecibles. Además de ello cuando oramos activamos y fortalecemos el ministerio de los ángeles de Dios a favor de su reino aquí en la tierra, ellos serán fortalecidos para pelear en contra de todas las huestes malignas.
Alguien dijo “mucha oración mucho poder, poca oración poco poder” en otras palabras los enemigos espirituales serán detenidos y expulsados de nuestro territorio y la respuesta de Dios vendrá a nuestras vidas con mucha oración.
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